#ElPerúQueQueremos

1. Carolina y Santiago: Génesis

Publicado: 2010-03-14

Good times, for a change

See the luck I've had

Can make a good, man turn bad

So please please please

Let me, let me, let me

Get what I want, this time...

Una chica tan perdida, tan ingenua y tan tonta. No supo que hacer. No supo que decir. Creía tener un hueco en el corazón, como si alguien le hubiera quitado el trozo con un saca bocado. Sufría por llamar su atención. Ella estaba segura que eran el uno para el otro. Desde el primer instante que lo vio lo supo y esas ideas eran difíciles de borrar. Sobretodo en una chica como ella, predispuesta a la decepción, de ésas personas que estan deseosas de entregarlo todo.

Lo había visto hace mucho tiempo en una clase. Lo vio solo una vez y le gustó. Le pareció un chico normal, simple, sencillo. Luego de esa primera vez, comenzó a seguirlo con la vista cada vez que podía verlo, pero sin la intención que tendría esa mirada un año y medio después, cuando finalmente fue la primera vez que cruzaron palabras.

Él nunca fue nada especial, físicamente hablando. Su mejor amiga, la única que sabía como ella se sentía realmente, le diría una y otra vez que él no era nada, que era cualquier tipo, con una cara normal, regular, un tipo cualquiera, tanto así que hasta pensó que lo había visto en otro lado, por su rostro que era tan familiar. Carolina recordaría con vergüenza la primera vez que le señaló quién era, porque hasta ese momento Viviana no lo había conocido jamás. Hizo un esfuerzo por señalarlo sin que nadie la viera en medio de una multitud de gente, solo que detrás de ellas estaba un grupo de chicas de su misma promoción que al parecer habían escuchado todo lo que ellas decían. Se sintió expuesta, y renegó sobre eso toda la semana. ¿Como había podido dejar que alguien se enterara de su patética obsesión? Viviana se reía y trataba de consolarla diciéndole que no se preocupara por esas cosas. "¿Y si le dicen?", exclamó Carolina. "¿Y qué si le dicen? A lo mejor hace algo al respecto", le respondió Viviana. Carolina no quería entender. Para ella eso sería lo peor, porque en ese momento estaba convencida que él ya ni se acordaba de su nombre.

Carolina había estado buscando, desde que recordaba, a ésa persona que la completaría. Siempre se había decepcionado de los hombres por una u otra razón. Si le caían bien, el aspecto físico de ellos la repelía. Si le gustaban físicamente, cuando los conocía le caían mal. Siempre era una cosa o la otra. Por eso sus "enamoramientos" duraban muy poco. Ella veía a alguien que le gustaba físicamente y lo cercaba, como una leona en el serengueti. Hacía todo menos hablarle y tratar de establecer una relación normal. Así fue durante sus días en el colegio. Tuvo tres amores platónicos que marcaron profundamente su vida escolar. Siempre habían sido hombres inalcanzables. Dos o tres grados mayor que ella, compañeros de clase enamorados de otra chica, amigos que nunca se atrevían a dar el primer paso o que la veía como una amiga nomás.

Y luego vino la universidad. Ahí siguió con el mismo comportamiento de cercar a sus presas. Trataba de estar cerca de ellos, pero nunca se atrevía a establecer una relación. Y si lo hacía, era tan torpe que la miraban con pena o burla, o las dos cosas. Ella siempre había tenido una suerte relativa con los hombres, a pesar de sus deficiencias sociales. Era bonita pero increíblemente tímida. Hasta los 15 años no había podido mirar a la cara a un chico que le pareciera simpático. Muchos menos hablarle. Tenía que juntar mucho coraje para hacerlo, y para ese momento, la oportunidad de hacer algo se había desvanecido. Se odiaba a si misma por ser tan tonta.

Los primeros dos ciclos de la universidad se la pasó recluida en el grupo de amigos que había formado. Solo se había juntado con ellos por defecto, ya que la única amiga que había hecho el primer día la había jalado ahí. Los seguía nada más por no quedarse sola. Sufrió esos dos ciclos, hasta que decidió hacer un cambio drástico. A la hora de elegir las clases, cogió un grupo de cursos diferente.

Eso debió ayudarla, pero quizá no estaba lista para un cambio de ese tipo. No conocía nadie más y se la pasaba sola gran parte del tiempo, dando vueltas por todos lados y eventualmente regresó a buscar a su viejo grupo de amigos. En algunas clases hacía amistades que no duraban mucho, o no hacía amistad con nadie en absoluto. Su problema era que se quedaba callada la mayor parte del tiempo. No sabía bien que decir, y cuando decía algo, lo sentía fuera de lugar. Se sentía incómoda y optaba por callarse y escuchar a los demás. Cuando se sentía muy sola llamaba a Viviana y le decía que se sentía aburrida y miserable. Ella era la única persona que la entendería. Viviana era como una hermana, habían estado juntas desde chicas y había una especie de entendimiento entre las dos, algo que se había afianzado con las vivencias de cada una. La muerte prematura de la mamá de Viviana, el divorcio de los papás de Carolina, amores y desamores, la adolescencia tormentosa e incómoda. Viviana la ayudaba haciéndola reír. Se burlaban de algo o de alguien y recuperaba las ganas de seguir el día.

Fue en esa época, en una clase, que lo vio por primera vez. No le llamó la atención más que cualquier otro chico que le pareciera simpático. Tampoco estaba muy segura porque lo encontraba atractivo. Lo miró un rato y luego se olvidó de su existencia apenas empezó la clase. En esa época nunca trató de establecer contacto con él. Estaba muy ocupada persiguiendo a otro chico de su promoción que, meses después, nunca llegó a entender porque le había gustado. Ese siempre fue un misterio para ella. Nunca, en toda su vida, se explicó porque había estado tan obsesionada con él, y luego había sido capaz de olvidarlo por completo. Ahora podría pasar a su lado y ni se inmutaría.

Ese ciclo, el tercero de su carrera, su timidez se exacerbó con la partida prematura de su grupo de amigos. A eso le añadió el hecho que en clases no le iba muy bien. Y que encima creía estar enamorada por enésima vez de otro tipo que, como los anteriores, no se enteraba de su existencia. Ahora si había logrado mantener contacto, pero era tan efímero que el chico nunca se enteró de su pequeño enamoramiento.

Así como vino, se le pasó. Terminó el ciclo a duras penas y al año siguiente se volvió a juntar con sus viejos amigos. Sentía que volví a tener un poco más de estabilidad y a sentirse más segura. La gente de ese grupo no le había caído bien al principio, pero al menos era parte de algo, y eso le gustaba. Hizo más amistad con Lucía y Gabriel que con los demás. Lucía era un año mayor que ella y bastante habladora. Gabriel era tan tímido como ella, pero ridículamente gay. Los tres hacían un grupo extraño, pero se sentía cómoda ahí mas que en otro lugar. Los dos ciclos siguientes sus notas mejoraron. Su grupo de amigos se afianzaba. Se sentía estable.

En esa época había adelgazado bastante. Eso la hizo sentirse mejor. Bajó cerca de 10 kilos que la acomplejaban. Incluso había tratado de hacer contacto con él por primera vez. Lo había vuelto a ver en una clase. Luego recordaría como en esos meses había tratado de hacer grupo de trabajo con él pero nunca los habían asignado juntos. Lo recordaría hablando con sus amigos, o presentando sus trabajos a tiempo, antes que los demás, y terminaba con buena nota, una característica que afianzaría su obsesión por conocerlo. Él todavía no sabía que existía. Ella lo miraba con interés cuando exponía algo en clase. Le gustaba su forma de ser, pero ya no iba a contentarse con observarlo de lejos. Quería encontrar una manera natural por la cuál establecer una relación con él, pero el ciclo se acabó y no pudo hacer nada.

Dejó de verlo y lo volvió a olvidar. De todas formas, tenía otras cosas de qué preocuparse.

Lucía decidió que esa carrera no era para ella. Había jalado el curso de diseño dos veces. Estaba abatida y quiso tomarse un descanso. Gabriel no tenía problemas con la carrera, pero no tenía dinero. Carolina pensaba que era increíble que esas dos cosas se hubieran juntado justo en ese momento. Sus dos mejores amigos posponían indefinidamente sus carreras. Gabriel le dijo que sólo sería un año y de ahí regresaría. Lucía no sabía que hacer. Carolina trataba de convencerla de quedarse, que jalar es normal, que ella la ayudaría, y una serie de promesas que no sirvieron de nada. Lucía ya se había matriculado en psicología en otra universidad. Iba a probar eso por un tiempo, dijo.

Carolina nuevamente se encontraba sola.

Pero no se sentía como la vez pasada. Ahora estaba mas segura de quién era, o eso creía al menos.

Pasó el verano con sus amigos, yendo a todas partes. Se recargó y regresó a clases. Se matriculó en cursos que le sonaban interesantes. Estaba segura que le iría bien, aunque entrar a clases sola todavía le daba un poco de nervios.

El primer día de clases se paró afuera del salón. Recordó que ese día había pensado que tenía mucha suerte. Apenas llegó a clase, reconoció a una chica amiga de Gabriel que coincidentemente llevaba los mismos cursos que ella. Se hicieron amigas instantáneamente. Luego, cuando hubo un pequeño receso, Carolina salió a fumar un cigarro -costumbre que agarró de Lucía- y vió como su nueva amiga conversaba con él. Sí, el chico simple y esquivo que había tratado de conocer el ciclo pasado. Le llamó la atención verlo, porque hace tanto que no se acordaba de él, con todo lo que había sucedido en el verano. Le pareció sorprendente que fuera amigo de esa chica, y que además, llevaran las mismas clases juntos.

Sintió que esa era su oportunidad finalmente. Era ahora o nunca.

Dos años después, echada en su cama, mirando al techo y con un puño de lágrimas atragantado en la garganta, Carolina desearía nunca haber tomado esa clase, nunca haberle hablado a esa chica y sobretodo, nunca haber conocido a Santiago.

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NOTA DEL AUTOR: Con esta primera entrega empiezo la historia que va a seguir capítulo a capítulo durante estos ¿meses? Esperemos que tenga la constancia y la disciplina de escribir, al menos una vez en mi vida. Comentarios bienvenidos, aunque creo que está demás decirlo. Bueh, espero les guste este bodoque.

Si te gustó esto, sigue el resto de la historia de Carolina y Santiago:

2. Carolina y Santiago: Entrando al Abismo

3. Carolina y Santiago: Entrando al Abismo II

4. Carolina y Santiago: Inevitable


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