3. Carolina y Santiago: Entrando al Abismo II
It’s a wonderful night,
You’ve gotta take it from me,
It’s a wonderful night,
Come on and break it on down
Carolina había hecho inconscientemente un mosaico de imágenes de Santiago que guardaba en su cabeza, imágenes que había coleccionado desde la primera vez que lo había visto. Ella tenía una memoria increíble para guardar imágenes de muchas personas -le gustaba observar a la gente-, así que esa característica suya no se limitaba a él, pero con las vivencias de las últimas semanas, su mente se había agudizado para rescatar cada instante, cada gesto, cualquier cosa que recordara de Santiago.
Creía que al tener ese mosaico podía saber cosas de él, más allá de lo que dijera. Creía que en sus gestos existía un código secreto que solo agudizando la vista podía ver, como si ella supiera algo de Santiago que nadie más supiera. Se sentía especial por recuperar esos instantes que a la larga no significarían nada.
Se preparaba para contarle a Viviana lo último de Santiago, cuando Viviana anunció que tenía una cita. Carolina se sorprendió y se decepcionó al mismo tiempo. Luego comenzó a cuestionarla sobre esta cita de la que no le había hablado.
- No es nada, vamos a ir a tomar algo y nada más.
- Ah, ¿y él quién es?
- Un chico de mi facultad, nada especial, ya después de cuento.
Viviana estaba un poco tensa, sobretodo cuando Carolina siguió preguntándole cosas.
- ¿Lo conozco?
- No, no, es alguien nuevo.
- ¿Como se llama?
- Hernán.
- ¿Hernán?... ¿No es el novio de Amanda?
- ¿Quién?
- Ya, ya, no te hagas la loca. A-man-da. De tu facultad. Incluso creo que fueron juntos a tu fiesta de cumpleaños...
- Ah, claro, Amanda... -dijo Viviana. Dudo antes de decirlo, pero en realidad se moría por contarlo- Ok, es él, pero ya terminaron hace como dos meses, ¿está bien?
- Que zorra eres.
- ¡Ja! Ah, por favor, es un trago nomás.
- Uno... dos... tres...
- Ya, ok, te estás vengando porque te voy a dejar sola. ¿No tienes planes, no?
- En realidad si tengo planes.
- Salir con Gay-briel no cuenta.
En efecto, se trataba del ex de una chica de su facultad, que en realidad no era muy amiga suya -no compartían detalles intimos una de la otra- por lo que Viviana consideró que podía salir con su ex novio sin hacerse más problemas. Viviana había sido siempre una persona muy racional. Desde que estaban en el colegio, ella había sido la que sacaba de apuros a Carolina, que siempre se ilusionaba rápido con los hombres equivocados.
Viviana siempre le decía la verdad sobre los tipos que Carolina perseguía. Era su consciencia, su lado racional, la única que podía ver imparcialmente al fulano en cuestión y darle su opinión sin que estuviese comprometida. Viviana se enorgullecía de haber mantenido la cabeza fría para sus relaciones, que siempre duraban poco y no le significaban nada. Empezaba con uno, y cuando se cansaba, terminaba y pasaba a otro. No pasaba de novio en novio, nadie nunca le gustaba lo suficiente como para considerarlo así, pero si salía bastante.
El chico con el que saldría el fin de semana se trataba de un ex novio de una chica de su facultad al que conoció hace ya bastante tiempo. Se había dado cuenta que a él le gustaba, pero nunca hizo ningún avance porque todavía seguía en una relación y para ella existían reglas claras sobre las relaciones. Nunca se había metido con un hombre que tuviera novia, porque lo consideraba absurdo, sin sentido y una pérdida de tiempo. Pensaba que la gente que lo hacía era muy estúpida por inmiscuirse en dramas sin solución.
Por eso esperó a que Hernán se le acercara. Se había enterado que había terminado con esa chica, pero no le dio mas importancia. Hasta que un día se lo encontró caminando por la calle, cerca a su facultad. Hablaron un rato. Viviana lo examinó y determinó que de darse la situación podría salir con él. Pero ese día pasó al olvido y no parecía que fuese a avanzar ha algun lado. Incluso Viviana llegó a pensar que había regresado con la chica de su facultad. Pero las cosas se volvieron mas serias cuando la agregó al facebook y luego al messenger. Hablaban por ahí algunas veces, pero Viviana se aburría rápido. Nunca le había gustado mantener conversaciones por el messenger. Era otra de las cosas que consideraba ridículas. Prefería el trato personal. Por eso, aprovechó la primera oportunidad que tuvo para quedar en una cita.
El sábado llegó y Carolina se encontraba sola en su cuarto mirando televisión, sintiéndose bastante miserable. Había pensado en llamar a Lorena y preguntarle si tenía planes, pero luego desechó la idea. Quiso hablarle por el messenger pero no la vio conectada. Había llamado a Gabriel el día anterior. Le dijo que iba a trabajar hasta tarde en Starbucks -consiguió un trabajo de tiempo completo ahí- y que si quería podía pasar a eso de las doce para ir a tomar algo y huevear por ahí. Ese era el mejor plan que tenía, y le dijo que iba a llamar a Lucía para preguntarle si ella también quería ir a tomar algo. La llamó un par de veces y no contestó. Intentó una última tercera y Lucía finalmente contestó pero apenas se le escuchaba. Carolina apenas le entendió que estaba camino a una fiesta y antes que pudiera decirle más la llamada se cortó por falta de saldo.
Eran las once. Llegar al Starbucks le tomaría quince minutos. Se tiró sobre la cama a mirar el techo y nuevamente pensar en Santiago y qué estaría haciendo.
Comenzó a juntar los recortes que tenía de él. Recordó verlo trabajando en uno de los salones vacíos en uno de los proyectos para la clase de diseño. Lo miró unos minutos porque esperaba a que Gabriel saliera de una clase. Miraba su diseño, se levantaba de la silla, lo miraba de lejos o caminaba en círculos alrededor de él y luego volvía a sentarse y añadirle o quitarle algo. Luego recordaba verlo hablando con sus amigos, riendose de algo. Otras veces en clase, dibujando algo en su libreta. Una vez le había preguntado si tenía el apunte de una clase pasada y Santiago le dio su libreta con una advertencia "Apunte algunos puntos principales, de ahi como que me puse a pensar en otra cosa, y apunte los tres puntos finales". La libreta estaba abierta en la hoja que estaba llena de letras y dibujos. Algunos de gente de la clase, otros de objetos en general, algunos garabatos. Carolina lo miró y sonrió, pensando que le encantaba su sinceridad.
Para Carolina era importante saber que Santiago y ella tenían cosas en común, pero no era lo primordial. Santiago le gustaba porque era todo lo que ella no era. Tenía esa habilidad para llevarse bien con todos los demás. Siempre estaba rodeado de amigos. Era gracioso y espontáneo. Carolina por el contrario siempre tenía que esforzarse para llevarse con los demás. Vencer su timidez había sido su lucha de toda la vida. No se sentía adecuada, completa. Estar al lado de Santiago la hacía sentirse bien. Solo escucharlo hablar, cuando estaban en los recesos entre clases, al lado de Lorena, esperando al profesor, le alegraba, la ponía de buen humor.
Miró el reloj. Ya era tarde.
Salir de la casa tan tarde siempre fue un problema. Su mamá la atajó en la puerta.
- Mamá solo voy a salir con Gabriel.
- ¿Tan tarde? ¿A donde vas tan tarde?
- Vamos a la casa de Lucía -mintió. Si le decía "por ahí" jamás la dejaría salir.
- ¿Y porque no viene él a recogerte?
- Porque está saliendo del trabajo, y ya quedé con él.
- Yo te llevo allá mejor.
- ¿Al Starbucks?
- Si, pero puedo llevarte a la casa de Lucía también.
- No, mamá, yo puedo, en serio...
Discutieron varios minutos. Ya eran las doce. Gabriel llamó a su celular, impaciente. Su mamá la dejó ir, pero le dijo que la llamara apenas llegara al Starbucks. Salió corriendo y tomo el primer taxi que pasaba por la esquina. Sólo fueron cinco minutos, no había nada de tráfico en las calles. Antes que su mamá entrara en un ataque de histeria, marcó el número de casa y la dejó tranquila escuchar la voz de Gabriel también. Le pidió que cuidara a Carolina y que no hicieran estupideces.
Partieron hacia Barranco y terminaron en el Sargento tomando cervezas y saltando al ritmo de la música. Carolina hubiera querido encontrarse a Viviana ahí pero no tenía ni la menor idea de donde estaría. Se moría por contarle sobre Santiago. A Gabriel no le había dicho nada. Siguieron tomando y perdiendo contacto con la realidad. Acabaron bastante borrachos y salieron a las tres de la mañana, caminando por las calles gritando una canción de los Rolling Stones, abrazados, riéndose. Gabriel tenía todavía cara de niño. A veces parecía menor que Carolina. Ella lo consideraba como un hermanito al que a veces tenía que cuidar, aunque eso era bastante extraño para ella. Gabriel hacía muchas estupideces cuando tomaba. Hablaba de más, y si se topaba con la gente equivocada, Carolina tenía que salir al medio y sacarlo de algún apuro. Un par de veces lo había acompañado a un antro gay. La primera vez le había resultado un turismo divertido. La segunda vez una mujer se le insinuó y salió despavorida. Era mejor ir a lugares neutrales, donde pudieran disfrutar la compañía uno del otro, saltar y gritar letras que no entendían bien. Esa compañía era la que tenían de cuando en cuando. Carolina prefería obviar que Gabriel tenía una vida alterna en un submundo que le asustaba. Lo quería así como estaba ahora y no necesitaba más.
Carolina regresó feliz a su casa. Pasar tiempo con amigos siempre la hacía olvidarse de cualquier preocupación menor. Se tiró sobre su cama y durmió feliz hasta las doce del día domingo. Se levantó cansada, destruida, pero renovada. Lo primero que hizo fue llamar a Viviana.
- ¿Donde estás? ¿En Las Lomas o en el Britania?
- Hija de puta.
- Jaja, ah, ¿estás en su casa? ¿te va a preparar desayuno?
- Estoy en mi casa, sola.
- Ya, cuéntamelo todo.
- Mmmm...-gruñó Viviana al otro lado de la línea.
- Uf, ¿tan malo fue?
- Tenemos que hablar face to face. Así no se puede.
- OK, déjame bañarme y comer algo y voy para tu casa.
- Te espero.
Carolina se dio un duchazo de veinte minutos. Embadurnó su pelo con shampú esperando quitarle ese olor a cigarro que tomaba cada vez que iba a cualquier bar o discoteca. Luego fue a comer algo. Sus papás ya habían desayunado. Le habían dejado su taza, café, agua caliente, leche, tostadas con mantequilla y mermelada. Una vez terminado su café, habló con su mamá un rato y le dijo que iba a visitar a Viviana. En esas ocasiones ella no le cuestionaba. Viviana era como un sello de calidad que le aseguraba que Carolina iba ha hacer algo seguro, sensato, normal.
Salió a la calle. Había salido el sol pero hacía frío. Se lamentó por no haberse secado el pelo, pero descubrió que en uno de los bolsillos de su casaca había un chullo. Se lo puso y caminó tres cuadras hasta que dio con la bodega. Se compró una cajetilla de cigarros y encendedor. Había perdido el suyo ayer, entre la caminata que hizo con Gabriel para tomar taxi y el salchipapas que comieron después. Caminó tres cuadras más y finalmente llegó a la casa de Viviana.
Tocó el timbre y abrió Viviana en persona.
- Pasa un ratito, de ahí vamos al parque, ahorita vengo -le dijo y la hizo pasar al hall de entrada mientras buscaba su casaca. Carolina vio al papá de Viviana en la sala concentrado en un partido de fútbol. Lo saludó y éste le devolvió el saludo con la mano sin apartar la vista del televisor.
Una vez sentadas en las bancas, Viviana miró a Carolina mientras ésta fumana un cigarro y esperaba su veredicto sobre anoche.
- Caro, fue ho-rri-ble.
- ¿Que pasó?
- Nunca antes me había equivocado tanto con un tipo. Yo alucinaba que era una persona diferente, pero cuando vino a buscarme era un manojo de nervios. Insoportable. Estaba atento a todo lo que yo hacía, no me dejaba respirar. Yo pensé que para él era una cosa normal, un "a ver que pasa", pero no sé, lo sentí muy comprometido.
- ¿Como así? ¿Que hizo? Cuentame desde el comienzo.
- Fuimos a Ayahuasca, a conversar y esperar a unos amigos suyos que no llegaron nunca. Llamó de su celular y nada, le presté mi celular porque me dijo que se había quedado sin saldo, y nada. Lo dejaron plantado completamente. Eso, o pensó tomarlo como pretexto para decirme después de eso para ir a otro lado, solos. No sé. La cosa es que por teléfono me dijo que era una reunión con amigos y cuando estuvimos allá no vi a ninguno. Encima intentó agarrar conmigo en el bar.
- ¿Ah si?
- ¡Si! En medio de toda la gente, de pronto se pone a agarrarme la cara, a agarrarme las manos... Agarré mi trago y lo puse entre los dos, no lo solté en toda la noche. Encima me dijo como quinientas veces que lo de él y Gabriela, la chica de mi facultad...
- Tu supuesta amiga...
- Si, si, ella... bueno, que ya había terminado definitivamente. Que ni siquiera hablaban. Que estaba listo para otra cosa nueva... Pucha, y entré en pánico, le dije que yo la verdad no estaba buscando una relación. Y luego cambió su discurso, que él tampoco estaba buscando una relación... Ah, parecía que me quería imitar, que quería agradarme a como dé lugar... No sé, que insoportable, ¿no tiene personalidad?
- Pero no seas tan dura con el tipo, lo que pasa es que le gustas mucho.
- No sé...
- Pero, ¿eso es todo? Algo debe haberte espantado...
- Ah, bueno, es que todo se fue a la mierda cuando se me ocurrió contar un chiste.
- ¿Un chiste?
- Si, es que no estabamos hablando de nada y se me ocurrió contar un chiste, no se porque.
- Bueno, ¿y?
- Nada, era un chiste estupido, bien estúpido... Y este tipo comienza a reírse a carcajadas. Te juro que pensé por un momento que se estaba riendo de mi, que se estaba burlando. Era ridículo. Se reía tan alto que la gente de las otras mesas nos miraba. Y le dio un par de golpes a la mesa. Creo que hasta lloró un poco. Fue el momento más incómodo de mi vida. Para cuando terminó de reírse ya se ma había borrado la sonrisa de la cara. Después de eso, todo se fue al diablo... Comencé a verlo con más detenimiento y me comenzó a desagradar. Y en eso... - Viviana hizo una mueca y se llevó la mano a la boca.
- ¿Que? ¿Eruptó? ¿Se tiró un pedo?
- No cojuda... le veo las manos.
- ¿Las tenía sucias? ¿No se había cortado las uñas?
- No, peor aún... Las tenía chiquitas.
Carolina la miró con ojos de plato:
- ¿Tenía las manos chiquitas?
- Sep...
Carolina y Viviana asintieron. Ambas tenían una lista de cosas que les desagradaban en los hombres. Dentro de esa lista, que había variado mucho desde sus inicios, cuando recién tenían doce años, después de la primera decepción de Carolina con un chico dos años mayor que ella, figuraban cosas como altura, hábitos de higiene y por supuesto, tamaño de la manos. Amabas concordaban que un hombre debía tener manos grandes. "Manos de hombre", aclaró Viviana. Un hombre con las manitos chiquitas simplemente no podía ser. Carolina inmediatamente pensó en las manos de Santiago y sonrió triunfante al comprobar que en efecto él si tenía manos de hombre. Dedos largos, con las uñas bien cortadas, de nudillos gruesos.
- ¿Porque sonríes? -le preguntó Viviana- ¿Que tal tu noche con Gay-briel?
- Paja. Con él siempre me divierto.
- Ya, ya, bueno, es como tener una amiga más, ¿no?
- Algo así...
- ¿Y que sabes de Santiago?
- No mucho. Me habló antes del fin de semana. Fue raro. Me preguntó si iba ha hacer algo, y le digo "nada", y él me dice que va a ir a lo de una amiga suya... Y nada, no me dijo nada más.
- Ah, ¿es timido?
- No, para nada.
- Parece tímido.
- Bueno, no sé...
Carolina miró al suelo y tiró la colilla de cigarro a la vereda.
- Ya no te preocupes. Vino ha hablarte, demostró interés, ¿no? Deja que fluya nomás.
- Sep...
Carolina regresó a su casa, almorzó, y luego en la tarde se conectó al messenger y entró al facebook a mirar tonterías y escuchar música. En eso, Lorena le manda una alerta. Abrió la ventana del messenger y comenzaron ha hablar. Primero le preguntó si había que hacer algo para la clase del lunes, y Carolina le dijo que no, pero que igual era domingo en la tarde y que era un poco tarde para hacer algo. Lorena no le hizo caso y le preguntó porque no había ido a su casa el sabado por la noche.
Carolina no entendió bien que quería decir y le preguntó a que se refería. Lorena le contestó que había hecho una reunión en su casa y que le pareció raro no verla.
Carolina dice:
No me dijiste nada
Lorena dice:
¿No te dije? ¿Estás segura?
Carolina dice:
Si, me hubiera acordado.
Lorena dice:
Vino toda la gente de la facultad... Que pena que no pudiste.
Carolina dice:
Si me hubieras dicho algo hubiera ido.
Lorena dice:
Que raro, yo estoy segura que te dije.
Carolina entendió que era absurdo refutarle algo a Lorena y además le parecia raro todo el asunto. Además, ella se mataba diciendo que TODA la gente de la facultad habia estado ahi, y luego Carolina entendió: Santiago se refería a esa fiesta... ¿Porque no le había dicho nada? ¿Y que mierda quería Lorena? ¿Quería haberla invitado realmente? Carolina comenzó ha hacerse una serie de preguntas y ha sentir rabia por Lorena. Tenía ganas de reclamarle, pero no estaba segura porque. Quizá si era cierto que se le había pasado. Pero, habían caminado juntas al paradero, habían sido al menos cinco minutos en los que no había dicho absolutamente NADA. Nadie podía ser tan distraído. ¿Que cosa estaba tramando Lorena?
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